24/07/2025

Para propios y extraños, el público argentino se caracteriza por ser fanático, pasional y orgulloso. En el deporte, la política y la música, se llora, se alienta y se despliegan banderas. El pogo, como el fútbol, lo inventaron los ingleses pero nosotros lo hacemos mejor. Por ello, es extraño afirmar que “los shows están de moda” en un país con una cultura del recital marcada desde hace décadas. Sin embargo, al finalizar el aislamiento social por la pandemia de 2020, las ganas de salir y compartir espacios se multiplicaron. Conocimos las filas virtuales, el Movistar Arena (inaugurado en 2019) tomó relevancia y los artistas debieron hacer valer ese año y medio de parate.
Entonces, teniendo en cuenta que los recitales en Argentina no son una moda como tal, la sensación es que la música de nuestro país está afrontando un proceso de gentrificación de los shows en vivo. Los estadios y los teatros colapsan de eventos, todos los días hay una función a la cual asistir y, en un país que atraviesa una crisis económica, los 'sold out' se volvieron moneda corriente. Las razones de este fenómeno no son claras, sin embargo, a través de un breve análisis intentaré descifrar algunas de ellas.
Entonces, teniendo en cuenta que los recitales en Argentina no son una moda como tal, la sensación es que la música de nuestro país está afrontando un proceso de gentrificación de los shows en vivo. Los estadios y los teatros colapsan de eventos, todos los días hay una función a la cual asistir y, en un país que atraviesa una crisis económica, los 'sold out' se volvieron moneda corriente. Las razones de este fenómeno no son claras, sin embargo, a través de un breve análisis intentaré descifrar algunas de ellas.
Las redes sociales y el FOMO
Sin dudas, la gran revolución tecnológica de comienzos del siglo XXI fue la llegada de internet a los hogares comunes y, con ello, la creación de las redes sociales. La televisión se vio reemplazada por Facebook, Youtube, etc. El avance fue tal que de las computadoras el internet llegó también a los teléfonos celulares. A día de hoy, y a pesar de las diferencias económicas, casi todo el mundo cuenta con un smartphone.
La pandemia del coronavirus fue el golpe de gracia para que muchas personas adquieran el impulso de dedicar gran parte de su tiempo a estar delante de una pantalla. No tener ninguna actividad para hacer durante el aislamiento llevó a muchos a rememorar momentos del pasado en sus celulares y eso activó un factor de nostalgia que generó, a posteriori, las ganas extremas de recuperar el tiempo perdido.
Hasta aquí la situación parecía desarrollarse con normalidad, sin embargo, la pandemia finalizó con Tiktok y las historias de Instagram en su máximo esplendor. Las ganas de hacer cosas que no eran posibles durante la pandemia se convirtieron en ganas de mostrar esas cosas a través de las redes. El exceso de estímulos, cosas que no podemos tener y situaciones que no podemos vivir, constantemente ante nuestros ojos, dieron lugar al concepto de FOMO (Fear Of Missing Out). Un tipo de ansiedad social caracterizado por el temor a perderse experiencias o eventos; el miedo de que otro esté viviendo lo que uno no.
Todo el mundo escucha música y tiene redes sociales, lo que da lugar a la combinación perfecta para que los recitales sean uno de los focos de esta fobia. El sentimiento trasciende el fanatismo por un artista o las ganas genuinas de presenciar su show, basta con observar imágenes de la presentación e imaginar cómo hubiera sido ir o si lo habrán disfrutado quienes fueron. Es lógico que esto se acreciente si se trata de un artista que uno escucha y al que no pudo ver por razones de fuerza mayor, pero no es un factor obligatorio.
La pandemia del coronavirus fue el golpe de gracia para que muchas personas adquieran el impulso de dedicar gran parte de su tiempo a estar delante de una pantalla. No tener ninguna actividad para hacer durante el aislamiento llevó a muchos a rememorar momentos del pasado en sus celulares y eso activó un factor de nostalgia que generó, a posteriori, las ganas extremas de recuperar el tiempo perdido.
Hasta aquí la situación parecía desarrollarse con normalidad, sin embargo, la pandemia finalizó con Tiktok y las historias de Instagram en su máximo esplendor. Las ganas de hacer cosas que no eran posibles durante la pandemia se convirtieron en ganas de mostrar esas cosas a través de las redes. El exceso de estímulos, cosas que no podemos tener y situaciones que no podemos vivir, constantemente ante nuestros ojos, dieron lugar al concepto de FOMO (Fear Of Missing Out). Un tipo de ansiedad social caracterizado por el temor a perderse experiencias o eventos; el miedo de que otro esté viviendo lo que uno no.
Todo el mundo escucha música y tiene redes sociales, lo que da lugar a la combinación perfecta para que los recitales sean uno de los focos de esta fobia. El sentimiento trasciende el fanatismo por un artista o las ganas genuinas de presenciar su show, basta con observar imágenes de la presentación e imaginar cómo hubiera sido ir o si lo habrán disfrutado quienes fueron. Es lógico que esto se acreciente si se trata de un artista que uno escucha y al que no pudo ver por razones de fuerza mayor, pero no es un factor obligatorio.

La cultura del consumo
El 9 de noviembre de 1989, en Alemania, se produjo la caída del muro de Berlín. Dicho momento, bajo un lema de unificación y paz, significó el triunfo del capitalismo como sistema económico y social por excelencia. Argentina no se vio exenta de tal proceso. Las políticas neoliberales impulsadas por el gobierno de Menem durante la década del 90, acompañadas por el auge de la globalización, produjeron el aumento del consumo y la invención de necesidades donde no las había para incentivar al mercado. A pesar de los múltiples gobiernos que sucedieron a esa etapa, sentó un precedente en la sociedad y la cultura de nuestro país.
El mundo del espectáculo no volvió a ser el mismo. La televisión, hace años instalada en la sociedad, ocupó un lugar aún más trascendental en la difusión de música y eventos. Apareció la TV por cable y, en 1993, el canal estadounidense MTV llegó a Argentina. Además, las políticas económicas de la época permitieron la visita de artistas como los Rolling Stones, Guns N Roses, Michael Jackson o Madonna, quienes se presentaron por primera vez en nuestro país.
Volviendo a la actualidad, la gentrificación de los shows no se explica solo por el miedo a quedarse fuera o por los gustos musicales. Los recitales son vendidos como una experiencia. Esto es claro en los festivales como el Lollapalooza, donde las entradas salen a la venta incluso antes de conocerse los artistas convocados. Pasar el día entero en el predio, los puestos de comida y de dispersión, los espacios para niños, etc. hacen del evento algo más que un espectáculo musical. Al igual que por el FOMO, no es necesario ser oyente de un artista en particular para comprar un ticket.
Ante la demanda del mercado musical, también ocurrieron modificaciones en el ámbito de la infraestructura. Obras Sanitarias abrió un espacio al aire libre para albergar conciertos con mayor capacidad, la cancha de River fue refaccionada y se creó el Complejo C como un recinto del estilo de Niceto Club o Groove con algo más de capacidad. Sin embargo, la explosión del Movistar Arena fue el hecho más interesante. Con un aforo de 15 mil espectadores, supo ocupar el lugar del teatro previo al estadio, que alguna vez fue del Luna Park. Sin contar con el prestigio del último, posee la tecnología necesaria para realizar shows más profesionales y poco menos del doble de capacidad. En la actualidad, es el lugar elegido por aquellos músicos a los cuales les queda grande un estadio pero pequeño un club.
El mundo del espectáculo no volvió a ser el mismo. La televisión, hace años instalada en la sociedad, ocupó un lugar aún más trascendental en la difusión de música y eventos. Apareció la TV por cable y, en 1993, el canal estadounidense MTV llegó a Argentina. Además, las políticas económicas de la época permitieron la visita de artistas como los Rolling Stones, Guns N Roses, Michael Jackson o Madonna, quienes se presentaron por primera vez en nuestro país.
Volviendo a la actualidad, la gentrificación de los shows no se explica solo por el miedo a quedarse fuera o por los gustos musicales. Los recitales son vendidos como una experiencia. Esto es claro en los festivales como el Lollapalooza, donde las entradas salen a la venta incluso antes de conocerse los artistas convocados. Pasar el día entero en el predio, los puestos de comida y de dispersión, los espacios para niños, etc. hacen del evento algo más que un espectáculo musical. Al igual que por el FOMO, no es necesario ser oyente de un artista en particular para comprar un ticket.
Ante la demanda del mercado musical, también ocurrieron modificaciones en el ámbito de la infraestructura. Obras Sanitarias abrió un espacio al aire libre para albergar conciertos con mayor capacidad, la cancha de River fue refaccionada y se creó el Complejo C como un recinto del estilo de Niceto Club o Groove con algo más de capacidad. Sin embargo, la explosión del Movistar Arena fue el hecho más interesante. Con un aforo de 15 mil espectadores, supo ocupar el lugar del teatro previo al estadio, que alguna vez fue del Luna Park. Sin contar con el prestigio del último, posee la tecnología necesaria para realizar shows más profesionales y poco menos del doble de capacidad. En la actualidad, es el lugar elegido por aquellos músicos a los cuales les queda grande un estadio pero pequeño un club.

Los nuevos artistas
Grandes conciertos del último tiempo en Argentina fueron dados por artistas consagrados: Coldplay agotó diez shows en el estadio de River por su gira “Music of the Spheres World Tour”, Taylor Swift se presentó por primera vez en nuestro país, Paul McCartney tocó en Buenos Aires y Córdoba y Los Piojos regresaron a los escenarios luego de quince años, etcétera. A pesar de ello, la nueva generación de artistas también es de gran relevancia para este acontecimiento.
La pandemia funcionó como filtro para la nueva ola musical. Mientras que debilitó a muchos artistas que saborearon el éxito entre 2017 y 2020 con el boom del -mal llamado- “Género Urbano”, quienes lograron cruzar este umbral se ganaron un nombre y demostraron ser algo más que una moda. En 2022 Duki se convirtió en el primer músico argentino en llenar cuatro Vélez, hecho que marcó un antes y un después para la escena actual.
Siguiendo sus pasos, en 2024 Wos llenó la cancha de Racing y María Becerra la de River, mientras que Catriel y Paco Amoroso, Nathy Peluso y Dillom presentaron shows icónicos en el Movistar Arena, entre otros. Sin embargo, mantener los oyentes y agotar fechas no es el único factor significativo para este fenómeno: las presentaciones mejoraron considerablemente. Muchos artistas que tocaban con pista agregaron una banda completa y quienes ya lo hacían perfeccionaron su performance. Desde el sonido hasta la escenografía, el salto de calidad en los shows de los nuevos artistas también es fundamental para explicar su gentrificación.
La pandemia funcionó como filtro para la nueva ola musical. Mientras que debilitó a muchos artistas que saborearon el éxito entre 2017 y 2020 con el boom del -mal llamado- “Género Urbano”, quienes lograron cruzar este umbral se ganaron un nombre y demostraron ser algo más que una moda. En 2022 Duki se convirtió en el primer músico argentino en llenar cuatro Vélez, hecho que marcó un antes y un después para la escena actual.
Siguiendo sus pasos, en 2024 Wos llenó la cancha de Racing y María Becerra la de River, mientras que Catriel y Paco Amoroso, Nathy Peluso y Dillom presentaron shows icónicos en el Movistar Arena, entre otros. Sin embargo, mantener los oyentes y agotar fechas no es el único factor significativo para este fenómeno: las presentaciones mejoraron considerablemente. Muchos artistas que tocaban con pista agregaron una banda completa y quienes ya lo hacían perfeccionaron su performance. Desde el sonido hasta la escenografía, el salto de calidad en los shows de los nuevos artistas también es fundamental para explicar su gentrificación.
En síntesis, no hay una única explicación para este acontecimiento. Son varias e incluso difíciles de descifrar. Si bien observamos de reojo y con cautela este fenómeno, es innegable la variable positiva que conlleva. La música argentina atraviesa un momento fantástico acá y alrededor del mundo. Generaciones de músicos y de oyentes se cruzan en canciones o festivales y demuestran que el éxito es comercial pero también cultural.
Valentino Berman Resuche