24/01/2025

Hoy en día, ¿cómo nos situamos ante una película?
A diferencia de lo que sucede con muchos estrenos en la actualidad, Joker: Folie à Deux (2024) debutó en cartelera simultáneamente en EE.UU y en casi todo el mundo, incluyendo a Argentina. Esto, a priori, podría haber generado una situación interesante ya que las personas que fuesen al cine a ver esta película en los primeros días de estreno no habrían sido bombardeadas con reseñas, críticas, análisis o easter eggs. Sin embargo, hoy en día es imposible que esto suceda. El espectador se planta en la butaca del cine con muchísima información previa sobre la película y, algunas de estas personas, irán a confirmar lo que leyeron o vieron.
Hasta hace algunos años las primeras impresiones sobre las películas se obtenían a partir del boca a boca con algún amigo, familiar o, quizás, si querías ir al cine y no sabías qué películas había, mediante alguna crítica en el diario. En la contemporaneidad esas impresiones nos llegan a través de lo que el motor de búsqueda crea que es de tu preferencia, a través de X con lo que un usuario te pueda decir con no más de 200 caracteres o en Rotten Tomatoes a partir de un porcentaje de un grupo específico de personas de todas partes del mundo. Por otro lado están las aplicaciones: Letterboxd e IMDB. Estas dos son casi que las únicas aplicaciones en las que podés emitir una opinión sobre lo que viste y sumando un sistema de puntuación que se genera a partir de las calificaciones de todas las personas que decidan calificar una película. Las reseñas más gustadas, en general, son diálogos sueltos de la película o chistes que, en mi opinión, no aportan mucho a la discusión y al aporte teórico que puedas hacer de la misma. Y el problema aquí no es de las aplicaciones en sí o de los usuarios que comentan lo que les place, sino en cómo nos situamos ante una película a partir de la información que recibimos previamente. Joker: Folie à Deux (2024) cuenta con una calificación promedio en Letterboxd de 2.4 de 5 y en IMDB de 5.2 de 10. La gran diferencia entonces, con el pasado, es que antes si no te gustaba una película uno podría diferir de solamente una persona (el crítico que escribía en el diario), pero en el presente uno tiene que diferir de un conjunto de personas muchísimo mayor como el que se concentra en estas aplicaciones.
Por eso, como una aproximación, creo que para encontrar una alternativa a estas lógicas tan establecidas habría que simplemente, para empezar, discutir o hablar sobre lo que vimos y darle un valor a eso. Lynch escribe sobre esto lo siguiente:
“El mundo de la película es un mundo creado en el que, a veces, la gente desea entrar. Para la gente, ese mundo es real. Y si descubren ciertos detalles sobre cómo se hizo o acerca de los significados de esto o aquello, la próxima vez que vean la película, todos esos conocimientos participarán de la experiencia.Y entonces la película cambiará. Considero importante y muy valioso conservar ese mundo y no decir ciertas cosas que podrían destruir la experiencia. (...) A veces la gente se queja de que les cuesta entender una película, pero yo creo que entienden mucho más de lo que creen. Porque todos hemos sido bendecidos con la intuición: todos tenemos el don de intuir cosas”.
La frase final, entonces, resumiría todo. Si hoy en día tenemos una opinión respecto a una película previamente a haberla visto entonces deberíamos también construir opiniones, reflexiones, dudas e incertidumbres que aparezcan posteriormente a verla.
Por otro lado, y en concordancia con esto, hoy más que nunca tenemos que forzarnos a salir de la lógica mercantil a la hora de mirar una película. Sentarse frente a una película no funciona como un producto de 120 minutos que uno deglute y loguea en algunas de las aplicaciones que mencioné. El placer está en ver una película 3,4,10 veces y cada vez poder ir encontrando nuevos elementos sobre los que pensar. Fisher en Realismo Capitalista (¿No hay alternativa?), plantea algo de esto: “A algunos alumnos les gustaría que Nietzsche fuera como una hamburguesa; no logran darse cuenta (...) de que la indigestibilidad, la dificultad, eso es precisamente Nietzsche” (p.52). Sin embargo esta disyuntiva entre el espectador y la película no tiene un solo responsable al que señalar, es un cúmulo de motivos superpuestos que, a medida que pasa el tiempo, es más difícil desentrañar.

Indagando en Joker: Folie à Deux
Del otro lado de la vereda de Joker y el universo en el que se inscribe, tenemos a Marvel, una franquicia con innumerables secuelas y spin offs que engloban miles de personajes. Esta marca utiliza los parámetros por los que se rigen las películas comerciales a la perfección, y hasta hace pocos años a sus películas les iba muy bien en taquilla. Del otro lado, DC es una marca que intenta reinventarse desde hace un par de años pero sin mucho éxito ya que tuvo una seguidilla de fracasos estrepitosos, hasta que aparece Joker (2019). Esta película se aleja del universo de DC: Todd Phillips, su director, busca indagar en los orígenes del personaje. Philips nos presenta, a priori, justamente eso, una historia de orígenes, que culmina con el “Joker” ingresando a prisión luego de asesinar a un presentador de televisión. Se nos muestra a este personaje como un ídolo de masas, una persona que tiene muchos fanáticos que claman por él al final de la película.
El Joker comparte muchas similitudes con algunos de los asesinos más famosos de la historia como Charles Manson o Ted Bundy. Arthur Fleck (Joaquin Phoenix/ El Joker) por ejemplo es invitado a un programa de TV que se nos da a entender que es muy conocido. Manson, previo a cometer los asesinatos, había comenzado a mover sus contactos en la industria de la música en Hollywood. Su contacto más valioso fue Dennis Wilson, integrante del grupo musical The Beach Boys que le había facilitado el contacto de un productor para la grabación de un disco. A su vez, tal como ocurre en Joker, sus crímenes fueron festejados y banalizados. En Joker, por estos fanáticos que utilizan máscaras similares a la cara de Arthur Fleck maquillado. En el caso de Manson, los asesinatos, entre ellos el de Sharon Tate, fueron festejados por parte de la izquierda norteamericana dado que representaban un “triunfo” del hippismo contra la clase alta.
Bundy también tenía seguidores y seguidoras por todas partes del mundo. Tal como le sucede a Fleck, sus fans le escribían cartas, intentaban comunicarse con él colándose en la prisión donde estaba y hasta recibió propuestas sexuales. Y cabe destacar, también se auto representó en su juicio ya que se creía "un gran abogado".
Entonces, Philips nos expone a un personaje que, sumado a sus anteriores representaciones, logra mantener ese caudal de fans y sumar nuevos generando muchísima repercusión. A su vez, a pesar de presentar una impronta distinta en cuanto a lo que concebimos como película de superhéroes, no dejó el fan service de lado, presentando al personaje de Thomas Wayne, el papá de Bruce Wayne (Batman). La película además triunfó en taquilla y fue elogiada por la crítica internacional, logrando ese éxito que necesitaba DC. En consecuencia, una película que había generado tanto dinero no podía permitirse ser autoconclusiva y prescindir de una segunda parte que lograra mantener contentos a los fans y aumentar las reservas de Warner Bros.

Pero nada de esto ocurrió, la segunda película fue un fracaso estrepitoso en taquilla y fue destrozada tanto por la crítica como por los fans. Sin embargo, la secuela parece dar cuenta de que algo de esto sucedería. En la película los fanáticos pasan a abandonar a Fleck luego de que deje de lado el personaje del Joker (como ocurre con los fans que pasaron de amar la primera película a odiar la segunda). Para el fan acérrimo de los cómics es inconcebible que el Joker se desligue de su personaje, y esto es lo interesante en lo que plantea Philips ya que desmembra totalmente al personaje que le dio éxito mundial. Fleck no es más que un psicópata con trastorno de personalidad que fue abusado toda su vida por su madre, padrastro, compañeros de trabajo y, en esta entrega, por guardias de seguridad. En un inicio justamente usa al personaje del payaso para poder obtener una condena mucho menor.
Philips también cuestiona fuertemente a los fans retomando lo expuesto previamente sobre la comparación con los asesinos mundialmente conocidos. Por ejemplo en la conversación que tiene Fleck con Lee Quinzel:
- “He visto la película que hicieron sobre ti como 20 veces”
-“Estaba buena? A mi no me dejaron verla.”
- “Estaba buena, estaba muy buena.” (..)
(…) “Mis amigos y yo pasábamos por esas escaleras todos los días”
El director plantea preguntas en torno al legado de la película, la fragilidad de la idea del ídolo y su deshumanización, terminando la pelicula con el asesinato de Fleck a manos de un fanatico decepcionado de en lo que se “transformo” su heroe. Pero esta segunda parte no sólo desmitifica y enfrenta al universo de superhéroes en sí sino que lo hace contra su primera entrega, dándoles otro sentido a escenas que se volvieron icónicas como la de las escaleras. Pasa de, en la primera entrega, transformarse en el Joker a, en la segunda, abandonar al personaje completamente.

Philips, encarnando a Saturno, devora a su hijo y utiliza 200 millones de dólares para plantear nuevas inquietudes. Despotrica contra el mainstream, contra los tiktoks donde la imagen del payaso había obtenido muchísima popularidad y habían transformado la figura de un sociópata en un especie de líder revolucionario al final de la primera entrega. No lo hace desde un lugar solemne o arrogante sino desde una reivindicación del cine clásico en general y el musical en particular. Deja conclusiones tristes, desesperanzadoras, que arruinan el ideal de todos los que habían visto la primera parte. Tarantino, días posteriores a la salida del film, declaró que la película le había gustado mucho y dejó las siguientes frases que van un poco de la mano de lo dicho:
“Todd Phillips es el Joker. El Joker dirigió la película. Todo el concepto, incluso él gastando el dinero del estudio lo está gastando como el Joker lo gastaría, ¿de acuerdo? Y luego su gran regalo sorpresa (...) la broma en la caja, cuando te ofrece la mano para un apretón de manos y te sale un zumbido con 10.000 voltios disparándote son los frikis de los cómics. Les está diciendo ‘jódete’ a todos ellos. Le está diciendo ‘jódete’ a la audiencia del cine. Le está diciendo jódete a Hollywood. A todos los que tienen acciones de DC y Warner Brothers”
Philips deja en claro que para él los personajes no pueden morir y revivir como si dependiera de un chasquido de dedos. Las decisiones tienen consecuencias y Philips, que posiblemente nunca volverá a dirigir un film del estilo, como el artista que es, busca imprimir su mirada, por eso está dispuesto a sufrir y enfrentar las consecuencias.
Matias Doce