20/02/2024
"Has visto más cosas de las que nosotros podemos imaginar. Pero todos estos momentos se perderán, como lágrimas en la lluvia. Dios te bendiga. -David.", escribió Bowie como despedida a su difunto hermano.
"¿Qué se puede hacer salvo ver películas?”, cantó Charly García hace casi medio siglo.
«¿What do you mean you've never seen "Blade Runner"?» cuestiona Alex Turner, líder de Arctic Monkeys, durante Star Treatment.
En 1982 salió la adaptación al cine de la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, escrita catorce años antes por Phillip K. Dick, uno de los pilares literarios de la ciencia ficción. Dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Harrison Ford, Blade Runner fue la expansión al plano audiovisual del universo de palabras imaginado por Dick. 
La trama de la película sólo es relevante la primera vez que se la ve. Su encanto, como en otras obras, reside en lo que la subyace. El oficial semi retirado Deckard y su misión son la excusa para que brillen otros aspectos del filme además de su distópica premisa. Su impronta visual, el ritmo y manejo de los tiempos, los diálogos, las actuaciones, su aparatosidad por momentos. Su música.
Hacer una banda sonora debe ser muy divertido. Conocer la idea del director, ver luego la cinta y elegir qué timbres y texturas son los que mejor se acoplan a la propuesta. Escribir, grabar mucho y editar aún más. El juego de componer para imágenes generalmente preexistentes tiene a sus profesionales y también a músicos más habituados a la canción que a la confección de un soundtrack. Para ellos, la propuesta de darle sonido organizado a una película puede ser una oportunidad. Los moldes y reglas tácitas que forman parte de la música comercial pierden su peso al ser aquello que entra por los ojos lo que, en principio, se lleva el protagonismo. La presencia de la voz también se vuelve opcional. Todo puede ser más desprejuiciado, más decididamente ambiguo, más efímero en su mensaje. O no ser en absoluto. Lo saben varios de nuestros exponentes nacionales, quienes se aventuraron hasta en repetidas ocasiones a probar suerte en esta experiencia creativa, no tan lejana pero distinta. Santaolalla en varios títulos, Cerati en +Bien y Sólo por hoy, Spinetta en Fuego blanco...
Evángelos Odysséas Papathanassíou, mejor conocido como Vangelis y compositor del soundtrack de Blade Runner, es definitivamente más celebrado por sus aportes al mundo del séptimo arte que por lo hecho para otro fin. Igual es el caso de John Williams (Star Wars, Harry Potter) o Justin Hurwitz (Lalaland, Whiplash), por nombrar algunos. Son gente que trabaja para el cine; sus creaciones lógicamente se asocian más a la película de turno y a su contexto narrativo que a ellos mismos. Pero eso no quita que, extrayendo a las piezas de su acompañamiento visual, estemos ante muy buena música. Incluso ante canciones. 
Fue en 2022 que vi Blade Runner por primera vez, nuevamente en cartelera gracias a la celebración de su cuarenta aniversario. Recuerdo, tras salir embelesado de la función, mi necesidad de oír la banda sonora por sí sola. El aporte de Vangelis es cautivante, le da otro vuelo a la cuestión apareciendo y desapareciendo a lo largo de la trama con mucha sutileza. Siento además que tiene un ADN sonoro muy propio, con origen en expresiones previas al estreno de la película y desarrollado después por una miríada de artistas.

La cita a continuación es del propio Vangelis, en 1994:
 «La mayoría de la música contenida en este álbum proviene de grabaciones que hice en Londres en 1982, mientras trabajaba en la banda sonora de la película "Blade Runner". Encontrándome incapaz de publicar estas grabaciones en su momento, es con gran placer que puedo hacerlo ahora. Algunas de las piezas contenidas resultarán familiares para usted de la banda sonora original, mientras que otras aparecen aquí por primera vez. Mirando hacia atrás, las imágenes poderosas y evocadoras de Ridley Scott me han dejado tan estimulado como antes, y haber hecho la recopilación de esta música en la actualidad ha resultado una experiencia agradable». 
Blade Runner (music from the original soundtrack) vio la luz como disco recién doce años después del estreno del filme. Como dice su autor, el tracklist que lo compone no es del todo fiel a la película, ya que algunos de los pasajes sonoros allí presentes no fueron trasladados al álbum y sí figuran en él creaciones excluidas de la edición final de Scott. Es poco, de igual modo, lo que ambas obras no comparten. Además, la virtud de este lanzamiento no es otra que darle una entidad propia al plano sonoro de este universo, formado originalmente por palabras e imágenes, más allá de la película. Se trata de doce canciones y 58 minutos, en los que residen -insisto- algunas ideas que ya tenían vida y otras que parecían no tenerla aún, las cuales perduran hasta el presente. Casi nadie que vio la película la olvidó y quien la escuchó, tampoco.
Un acorde menor gravísimo da inicio a "Main titles", canción con la que se presenta el disco. Toda su primera parte pone al frente un diálogo del filme -esto ocurrirá en más de una pieza- en el que Harrison Ford da indicaciones a una máquina que rastrea imágenes haciendo todo tipo de sonidos. Es recién al finalizar el intercambio que el tema se abre, dejando entrar de a poco la luz en un ambiente hasta entonces oscuro. En la película, se lo utiliza para sonorizar los planos aéreos que se suceden repetidamente en las primeras escenas, enfatizando lo prístino de la vida por encima de la incesante lluvia en la tierra. Etérea y amplia, la pieza me recuerda mucho a "Foreign spies" (2024), canción con la que The Smile comienza su álbum más reciente.

Regreso un momento a aquella experiencia inicial con Blade Runner. Su primera escena con diálogo, tensa, ya me proveyó de un momento insólito: reconocer un sample. El mismo es parte de "Aftermath" (1995), de los temas más conocidos de Tricky. Lógicamente eso me predispuso bien para el resto de la proyección. Retomando el soundtrack, el tercer lugar lo ocupa "Wait for me." Una percusión tropical/tribal artificial, súper ochentosa, marca el ritmo en el que los sintetizadores y la apesadumbrada voz de Sean Young, quien interpreta a la coprotagonista Rachel, desarrollan la canción. La serie de preguntas de la actriz es interrumpida para dar lugar a la presencia de un símil saxo, enalteciendo aún más el cliché de la década. Instrumental desde entonces, se trata del primer tema que prioriza un poco más la melodía como su línea conductora.

Hablando de melodía, "Rachel's song" sigue en el listado con la primera aparición de una voz cantante. Su inicio, con notas de teclado aterrizando como gotas, allana el terreno para el ingreso de Mary Hopkin y su simultáneamente íntima y distante performance. La ausencia de palabras permite embriagarse de lleno con la conjunción de música sintetizada y humana, hasta este momento inexplorada en el disco.
En "Love theme", un acorde dulce anticipa la aparición del meloso saxo de Dick Morrissey, quien ejecuta una partitura cuya inspiración en "Can't take my eyes off you" (1967) es indisimulable. Como su nombre lo indica, esta canción musicaliza la escena de amor, quizá lo más flojo de toda la película. El momento de tranquilidad que se da mediando el tema y su imprevisible giro climático renuevan a la pieza antes de volver a su motivo inicial.
Cerrando la primera mitad de la banda sonora aparece el único track que puede describirse como una canción tradicional. "One more kiss, dear" es sin duda el momento menos desafiante del disco, pero no por eso inapropiado. Cantada por Don Percival, se trata de cuatro minutos de lo que podría ser un animoso tema de los años treinta. Incluso suena como grabado en esos tiempos. Su presencia en el largometraje es brevísima y en segundo plano, aportando un poco de calma luego de una escena de alta intensidad. El inicio del lado B merece un párrafo aparte.

Hay canciones que representan un cambio en la percepción de quien las oye. En mi caso, "Shine on you crazy diamond" (1975) de Pink Floyd fue una de ellas. Quien la conozca y la haya oído en una etapa de crecimiento y expansión debe sentir lo mismo. Vuelvo nuevamente a mi primera proyección de la película, particularmente al momento que antecede a que conozcamos a Pris, una de las replicantes prófugas. Es ahí donde empieza a sonar "Blade Runner blues", la primera pieza que llamó mi atención en aquella bendita noche. El teclado grueso, ácido, perverso que la protagoniza me retrotrajo inmediatamente al tocado por Rick Wright en la suite que abre Wish you were here. Sin embargo, en la composición de Vangelis no pareciera existir la necesidad de mudar el tema hacia otro lugar, añadirle una nueva instancia que la desarrolle narrativamente. Son casi nueve minutos de una improvisación mega criteriosa que sume al oyente en su propia ficción. Este soundtrack, una oda al sintetizador, encuentra aquí su punto más alto. Quizás.
Así como mencioné a Floyd, hay alguien más a quien me remite esta canción, el cual también curte sintes y que ya fue mencionado: Charly. Circula por internet un supuesto listado con sus diez películas preferidas, donde Blade Runner ocupa el primer lugar. Si bien esa información es incomprobable, el momento del estreno de la cinta tenía al argentino publicando su propia banda sonora, Pubis angelical, para la producción nacional del mismo nombre. La cercanía entre las fechas de ambos lanzamientos no sugiere que García haya podido inspirarse en la obra de Vangelis para componer la propia. Y sin embargo, las similitudes en su sonido son numerosas. "Operación densa", el pasaje que abre el disco, ya configura una estética que termina de consolidarse en "Despertar de mambo", donde el clima y los timbres presentes -además de retratar una época- realzan el parentesco hasta el absurdo. La familiaridad persiste en creaciones posteriores de Charly, como la introducción de "Plateado sobre plateado" (1983). Unos años después, también compondrá el soundtrack de Lo que vendrá sin desviarse mucho de la línea aquí trazada.

"Memories of green" (1980), la única composición previa de Vangelis presente en Blade Runner, ocupa el siguiente lugar del álbum. Aparece sólo en una escena de la peli, donde Deckard recibe a Rachel y le da respuestas a las dudas sobre su identidad ("Wait for me"). Por primera vez en el tracklist, el piano toma las riendas y ejecuta una pieza que suena como si alguien hubiese empastillado a Bill Evans -sino él mismo-. Recubierta de sonidos, su desarrollo transmite una calma a la vez angustiosa y reconfortante que pocos temas logran con tal soltura. Una joya de entrecasa que justifica el “quizás” con el que elogié a "Blade Runner blues".
Toda la tranquilidad construida durante la canción pasada se destruye para dar lugar a la tragedia en "Tales of the future". Una ambientación tensa, proveniente de las profundidades de Oriente, sienta las bases para que la voz áspera de Demis Roussos despliegue un lamento espectacular en un idioma ininteligible. Es tal la sensación de urgencia que es difícil no escuchar el tema sin entrar un poco en una, en esa. La inmersión en el cuadro que pinta es casi inevitable. Sus apariciones en el largometraje son numerosas pero breves, casi imperceptibles, salvo cuando el protagonista recorre el bajo mundo siguiendo una pista y da con Zhora, una de las prófugas. Increíble pasaje, otra nueva puerta que abre este score. 
"Damask rose" continúa por la misma línea sin tanto dramatismo, sus dos minutos y medio parecieran los momentos finales de la lenta muerte que comenzó en la pieza anterior. 

La empresa argentina de medios de comunicación destinada a eventos deportivos “Torneos y Competencias” eligió para su cortina sonora nada más y nada menos que "End titles", la anteúltima canción de este disco y probablemente la más conocida. Presente en la película al comenzar los créditos, su pegadiza e icónica melodía descendente y su bajo piden a gritos una reconstrucción rítmica que dé rienda suelta a todo su potencial techno-rave. Por suerte hay más de una versión dando vueltas que contempla este capricho.
El famoso monólogo de Rutger Hauer -quien interpreta al replicante Roy Batty, principal “antagonista” de la historia- se oye entero y al frente en "Tears in rain", donde las notas de teclado vuelven a caer como gotas en lo que es el epílogo de esta obra. Su inclusión como cierre es muy apropiada. Cualquier información adicional al respecto, no: vean la peli si no lo hicieron, oigan el soundtrack si ya la vieron.
“Los replicantes son como cualquier otra máquina”, dice Deckard en la escena en que conoce a Rachel, presente en "Blush response". “Son o bien un beneficio o una amenaza. Si son un beneficio, no es mi problema”. El mío sí. La huella sonora que dejó el soundtrack de Blade Runner permitió a todo el que la vio con los oídos atentos incorporar y adueñarse de muchas ideas que plasmar en sus propias creaciones. Es muy lindo cuando una canción, incluso convencional, se atreve a incluir momentos donde el sonido vence el molde. Esos momentos son a la vez un respiro y una inyección de originalidad que ubica al tema en un peldaño más alto. Entonces celebro a estos “replicantes” de la música de Vangelis, a la vez replicante de otros, quienes sin resignar su impronta han desarrollado y renovado una estética, un criterio, un cuelgue. A diferencia de las lágrimas en la lluvia, esos momentos sonoros no se perderán mientras haya alguien para escucharlos.

Dejo a continuación una lista con todas las canciones mencionadas, y otras que también pertenecen tácitamente a este universo.

Emilio Catalán ​​​​​​​

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